Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
Pese a que habitualmente consumimos arroz integral y arroz blanco, de manera residual han aparecido en nuestras cocinas otros tipos como el salvaje, el rojo o el basmati, en realidad existen más de 80000 variedades de arroz.
Este alimento procede de Oriente, y a partir de ahí se ha extendido su consumo por todo el mundo. El grano de arroz solo posee un 6% de agua antes de su cocción y un aporte calórico importante alcanzado unas 380 calorías por 100 gramos, en forma de almidón, 86 gramos por 100 de producto y en menor medida de proteínas que solo alcanzan los 7 gramos por 100. Además registra una presencia mínima de grasas con menos de 1 gramo por cada 100 sin aportar colesterol. El aporte de fibra es mínimo 0,2 gramos por 100, sin embargo, cuando consumimos arroz integral el aporte puede llegar a los 2,9 gramos. Un dato importante es que no contiene gluten y esto lo convierte junto a maíz, en los cereales de elección en los pacientes con enfermedad celiaca. Con respecto a las vitaminas y minerales, el arroz contiene fundamentalmente tiamina o vitamina B1, riboflavina o vitamina B2 y niacina o vitamina B3, así como fósforo y potasio. No obstante, en la práctica, con el procesamiento industrial, con su refinamiento y pulido, se pierde hasta el 60% de su contenido en minerales y el 90 % de las vitaminas del grupo B, quedando por tanto convertido en un alimento que aporta sobre todo energía. El arroz integral, por tanto, es una opción interesante ya que tiene cantidades apreciables de ácido fólico, niacina y vitamina B6. Además, debido al bajo contenido en sodio 6 mg por 100, es un cereal ideal para pacientes con hipertensión arterial. En resumen, teniendo en cuenta sus componentes nutricionales, este alimento tiene una importante función energética.