Bebemos poca agua y, a menudo, no sabemos por lo que pagamos

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Artículo de Opinión "Bebemos poca agua y, a menudo, no sabemos por lo que pagamos" :: Norte de Castilla :: 18-11-2012
Daniel de Luis Román
Director del Instituto de Endocrinología y Nutrición
Facultad de Medicina de Valladolid. Universidad de Valladolid

VALLADOLID. «Leed lo que bebéis». Es la primera recomendación de Daniel de Luis Román, Director del Instituto de Endocrinología y Nutrición del Hospital Río Hortega y profesor titular de la Facultad de Medicina de la UVA, que el martes pronunciará una conferencia en el salón de actos de Caja España Duero de Fuente Dorada sobre la importancia del agua, dentro del ciclo de jornadas de nutrición que organiza El Norte de Castilla con el patrocinio de El Árbol y la colaboración de la entidad de ahorro.

«El agua del sistema de abastecimiento es saludable –asegura– pero consumimos agua embotellada y a menudo no sabemos lo que bebemos. Conviene leer las etiquetas porque hay una legislación que exige a los productores dejar claro por qué pagamos.

–¿Mejor del grifo o embotellada?

–El agua del abastecimiento público es saludable. Pero el mercado tiene una gran oferta que puede aportar beneficios añadidos para la salud. Por ejemplo las aguas cálcicas son beneficiosas para las mujeres menopáusicas. También las hay bicarbonatadas, sulfuradas, bajas en sodio, fluoradas... Cada una puede beneficiar a un tipo de persona. Pero, ya que tenemos una legislación bastante exigente, conviene que el consumidor lea las etiquetas y sepa por lo que paga. En algunos casos, el tipo de agua debería estar etiquetado al mismo tamaño que la marca, y no siempre es así.

–¿Sugiere que no sabemos lo que bebemos?

–Bebemos poco y muchas veces no sabemos por lo que pagamos. No es lo mismo un agua de mesa mineral, que de manantial o un agua preparada. La primera aporta minerales, como el calcio; la de manantial es potable natural pero no tiene las ventajas de un aporte extra, y la preparada puede ser agua como la del abastecimiento público pero tratada para eliminar, por ejemplo el sabor del cloro. Por eso es necesario interesarnos por el tipo de agua que compramos y saber por lo que pagamos.

–¿La ingesta de otros líquidos compensa la falta de agua?

–Bebemos poca agua. Hay que tener en cuenta que en la base de la pirámide para una buena nutrición está el agua, como elemento más importante. Somos un 60% de agua. Básicamente, una persona adulta debería ingerir unos ocho vasos de agua al día, unos 35 mililitro por kilo diarios –2,8 litros para una persona de 80 kilos–. O de zumo, leche, caldos, etc. Si hablamos de bebidas alcohólicas, lo recomendable es uno o dos vasos de vino o cerveza al día. La diferencia entre el hombre y la mujer se basa en el metabolismo. Fisiológicamente el hombre tiene más peso y más encimas, lo que le permite metabolizar mejor el alcochol. 

–¿Y no basta con hacer caso a lo que te pide el cuerpo?

–La sed es un mecanismo de defensa. El cuerpo reclama la cantidad de liquido que necesita. Pero ese mecanismo puede estar dañado, algo que ocurre con más frecuencia en las personas mayores. Las personas demenciadas,las que sufren párkinson o hayan tenido una trombosis pueden tener alterado este mecanismo y su cuerpo no reclama líquidos.A esas personas hay que asistirlas y acostumbrarlas a que beban la cantidad que necesitan, porque a lo mejor su cuerpo no se lo reclama, no tienen sed, y corren el riesgo de deshidratarse. Algo parecido ocurre con los bebés. Los bebés pueden no tener problemas con el sistema, pero no saben verbalizar –reclamar– líquidos. Por eso en su dieta incluye siempre una cantidad de líquidos, que en los lactantes debe de ser de 150 mililitros por kilo.

–¿El agua de Valladolid es buena?

–El agua del abastecimiento es saludable. Pero no siempre sabe igual. En verano, por ejemplo, las altas temperaturas exigen un mayor nivel de cloración y el sabor puede cambiar.

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